Según se va acercando el cumple de Eva cada año me da por ponerme reflexiva. Este año ha tocado pensar en todas aquellas cosas que yo hacía y viví que serán diferentes a como las vivirá ella.
Por ejemplo, yo viví gran parte de mi infancia con 2 canales de televisión. Esto no sé si es una ventaja o un inconveniente, seguramente un inconveniente. Cuando yo era pequeña sólo teníamos TVE1 y TVE2 y recuerdo perfectamente cuando comenzó a emitir Telemadrid y la llegada de las mamachichos a la parrilla televisiva con Telecinco. Recuerdo el Canal + codificado y cómo mi padre veía los partidos con lar rallitas en la tele al principio de los tiempos.

Pero lo que más recuerdo es que no me importaba la tele, que no recuerdo apenas cosas de la programación: Heidi, La Abeja Maya, Verano Azul, Espinete y poco más. Ahora hay tantos dibujos, tantas películas que no sé hasta qué punto dejarán marca en nuestros pequeños como lo hicieron aquellos programas en nosotros, en mí.

También recuerdo cómo era la vida sin móvil ni Internet. Antes, cuando quedabas a una hora y un lugar no se podía cambiar, y recuerdo también el corte que daba llamar a casa de tu amigo (no digamos el niño que te gustaba) y preguntar por el al padre de turno que cogía el teléfono. Ahora, con los móviles, los mensajes instantáneos y demás los niños lo tienen demasiado fácil. Esto tendrá su lado bueno, no lo niego, pero también hace que sea más sencillo el acoso, el anonimato de las redes a veces hace que la gente sin escrúpulos haga cosas que no haría a la cara.

¿Os acordáis de las colas en las cabinas telefónicas? o mejor dicho, ¿Os acordáis de lo que eran las cabinas telefónicas? Recuerdo cuando las podíamos encontrar en cada esquina, yo sobre todo las usaba los largos veranos en el pueblo para llamar a mis amigos. Ese momento a partir de no sé que hora que era más barato llamar, en el que todos nos arremolinabamos alrededor de la cabina junto a la heladería o los recreativos… ay los recreativos! Otra cosa que no conocerá como tal mi pequeña Eva.

Recuerdo pasar las tardes de verano echando las monedas de la vuelta del pan jugando al Pang, al Tetris o al Street fighter. A mí me gustaba mucho jugar, pero lo que más me gustaba era mirar por el rabillo del ojo a los chicos que me gustaban mientras jugaban y aprovechar para intercambiar una o dos palabras con ellos…con suerte!!!

El principio del fin de los recreativos fue la llegada de las consolas y con ellas descubrí mi vocación. Recuerdo el Amstrad, el Spectrum, las doble pletinas copiando juegos a diestro y siniestro. El ruidito que hacían al cargar y cruzar los dedos para que al final el juego funcionase…

Recuerdo mi primera Game Boy y jugar con ella con la lupa y la luz incorporadas debajo de la sábana pasada ya la hora de dormir.

También me acuerdo especialmente de los cumpleaños. Nada de temas, nada de decoraciones, sólo niños, patatas, ganchitos, tarta y como mucho algún disfraz. Y lo bien que lo pasábamos???? Recuerdo organizar bailes con mis amigas, juegos de sillas, tinieblas, no nos hacía falta nada más. 

Creo que ahora nos complicamos de más, yo la primera. Y lo peor es que no estoy segura si lo hago por ella o por mí… Esta reflexión me la guardo para el año que viene, que probablemente me deje de tanto jolgorio y pase al modo cumpleaños tradicional.

¿A vosotros también os da por poneros reflexivos con los cumpleaños, cambios de año y fechas importantes? ¿Os ha dado por recordar el pasado y poneros nostálgicos pensando en las diferencias que habrá entre vuestra infancia y la de vuestros hijos?